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¡No te acidifiques!

Pablo de la Iglesia
Nuestro organismo esta diseñado para funcionar correctamente si respetamos las leyes de la naturaleza; no se trata de adherirse rígidamente a una serie de patrones duros, sino más bien de adoptar un estilo de vida donde predominen los hábitos saludables que construyan una buena salud.

En nuestro cuerpo encontramos bacterias y hongos que conviven armónicamente y hasta son esenciales para nuestra buena salud; sin embargo si perdemos el centro, dejamos de lado una forma sana de vivir y comenzamos a alimentarnos mal, estos microorganismos se alteran como respuesta a los desequilibrios del terreno orgánico y se vuelven dañinos.

Los ambientes favorables a la proliferación de microorganismos nocivos está dado por las dietas altas en carbohidratos refinados, azúcar, carnes en exceso, sedentarismo, exposición a la contaminación ambiental o por la destrucción de nuestra flora intestinal. El abuso de medicamentos también es un factor sumamente acidificante, especialmente las aspirinas, los antibióticos y la quimioterapia utilizada para tratar el cáncer por parte de la vieja (pero vigente) guardia de oncólogos de la vieja visión de la medicina.

Las bacterias, los hongos y los parásitos, al igual que nuestro cerebro, se alimentan de glucosa; cuando ingerimos alimentos ricos en azúcar y carbohidratos refinados en exceso, nos dañamos de dos maneras: acidificamos nuestro terreno orgánico y promovemos un crecimiento de estos microorganismos destruyendo los delicados equilibrios de nuestro ecosistema interior.

Los microorganismos consumen el azúcar que debería ser destinado a nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro, al no recibir su ración suficiente, emite la orden de consumir más azúcar o hidratos de carbono. ¡Y justamente en este punto es donde nacen nuestras adicciones por el alcohol, las drogas o el café, así como las compulsiones por comer algo dulce!

Entramos en un círculo vicioso donde los niveles de azúcar se alteran entre altas y bajas, provocando un trastorno que deteriora nuestro bienestar que se conoce como hipoglucemia y que realmente ha venido siendo despreciado por la comunidad médica como factor de malestar general y enfermedad.

Ten en cuenta que a mayor consumo de azúcar, más y más se reproducen los hongos, las bacterias y los parásitos, generando más hipoglucemia y más deseos de comer dulces o satisfacer esta ansiedad con alguna forma de adicción; si no tomamos consciencia de ello, y ponemos en marcha una estrategia dietética apropiada, nuestra salud se deteriora más y más.

Pero la cosa no acaba allí. Los microorganismos no solo interfieren con la asimilación de los nutrientes esenciales para nosotros, sino que también depositan sus desechos en nuestros tejidos.

Un mecanismo que tiene nuestro cuerpo para procesarlas y eliminarlas es que el hígado las convierta en alcohol, el cual nos producirá una sensación de malestar que se manifiesta con mareos, somnolencia, falta de concentración, además de un aumento de la acidez de nuestro terreno orgánico, deficiencias de magnesio y potasio y aumento de los radicales libres que aceleran los procesos de envejecimiento.

Hoy en día tenemos una epidemia de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión, la irritabilidad, problemas de conducta y un sin número de enfermedades con nombres raros que son, ni más ni menos, inventos de la industria farmacéutica para vendernos sus fármacos que, para ser estrictamente honestos, no solo no sirven para nada sino que además agravan estos cuadros de por si lamentables. ¡Todos estos problemas mejoran completa o significativamente poniendo en marcha un estilo de vida alcalinizante tal como el que aquí proponemos!

Sin embargo, mientras persistamos en nuestro estilo de vida acidificante, incluso los microorganismos saludables, seguirán volviéndose patógenos al punto que, se ha observado, que hasta las bacterias se transforman en hongos.

Pablo de la Iglesia