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¡No tires las semillas de la PAPAYA!


Las semillas de papaya o mamón (Carica papaya) tienen destacables propiedades nutricionales y medicinales, esto se debe a que brindan ayuda al sistema digestivo, favorecen la desintoxicación hepática, protegen al riñón, mejoran el funcionamiento intestinal, retardan la absorción de grasas y azúcar y favorecen la pérdida de peso.

En lo que refiere al cuidado de la salud hepática, hay plantas medicinales como la alcachofa, el cardo mariano, el boldo, el diente de león o el rábano picante que son exitósamente utilizados con este propósito; pues bien, sumémosle semillas de papaya a estos grandes amigos del hígado. En particular, se ha verificado que son muy buenas para el tratamiento coadyuvante de la cirrosis; por supuesto, sinérgicamente, siempre indicaremos una dieta saludable, las plantas mencionadas y otros enfoques complementarios en una estrategia consolidada.

En lo referente a la protección digestiva, están especialmente indicadas en infecciones estomacales provocadas por salmonella y estafilococos. En estos casos, el aporte de la medicina natural puede sumar el énfasis en el consumo de mucho líquido, especialmente agua, té de manzanilla o caldos de verduras suaves; el consumo de alimentos debe reducirse al mínimo recomendándose una monodieta de manzana durante dos o tres días.

Uno de los inconvenientes generalizados de salud y que es prácticamente despreciado por la profesión médica con enfoque alopático, son las infecciones parasitarias que degradan la integridad y el buen funcionamiento del intestino y, con ello, toda la homeostasis del organismo. Las enzimas proteolíticas de las semillas de papaya mejoran la eficacia funcional de los intestinos y ayudan a eliminar parásitos y sus huevos. Entre sus principios activos también encontramos un alcaloide antihelmíntico llamado carpaine y que constituye un “medicalimento” muy útil para erradicar amebas de manera natural.

También son un recurso valioso para depurar los riñones y que puede utilizarse con otras alternativas naturales como cola de caballo, barba de choclo, diente de león, arándano, etc; incluso suele aconsejarse en caso de sufrir insuficiencia renal como protección adicional de las afecciones que son propias de esta condición.

Al igual que el fruto y su cáscara (si es de cultivo orgánico), las semillas también mejoran las digestiones y ralentizan la absorción de grasas, ayudando en los regímenes para perder peso; por supuesto, e insistimos en ello, no busquemos en tal o cual alimento una solución mágica, sino una ayuda que debe sumar auspicios dentro de un programa serio y bien definido.

Las semillas de papaya, de acuerdo a la tradición, pueden utilizarse sin riesgo de la siguiente manera:

* Para el hígado: moler siete semillas de papaya y mezclarla con una cucharada de jugo de limón; se recomienda dos veces al día durante un mes. También podemos complementarlas con infusiones de algunas de las hierbas señaladas para este propósito.

* Para el sistema digestivo e intestinal:
masticar muy bien ocho semillas tres veces al día durante el tiempo necesario descansando cada semana uno o dos días; procurar reposo digestivo con un ayuno de un día o una monodieta de alguna fruta o vegetal apropiado.

* Para los riñones: igual que en el caso anterior y sinergizando con las hierbas recomendadas para drenar estos órganos.
Otras recomendaciones encontradas, apuntan a sus usos como coadyuvante para perder peso:

#1 En ayunas, masticar bien o tragar como si fueran pastillas, doce semillas de papaya acompañadas por un té de gajos de pomelo. Este se prepara dejando reposar en agua hirviendo los gajos de pomelo durante unos cinco minutos, al cabo de los cuales, con un tenedor los pinchamos y aplastamos para que suelten el jugo, colamos y servimos; el té de gajos de pomelo se toma -caliente o frío- en ayunas, antes del almuerzo y la cena y por la tarde. La cura de las semillas de papaya y té de gajos de pomelo se realiza durante quince días, se descansa otros quince y se repite las veces que sea necesario.

#2 Otra opción consiste en machacar unas cuantas semillas en el mortero y agregarlas a las ensaladas o las vinagretas; aportarán un sabor picante similar a la mostaza. Esta es una opción complementaria a la anterior, ideal para utilizar en algunos de los días que descansamos entre la cura detox recién señalada.

#3 Masticar cinco semillas de papaya unos quince o veinte minutos antes de cada comida junto con un vaso de agua.

Puedes ver una versión actualizada de este artículo en:
https://coachnutricional.net/no-tires-las-semillas-de-la-papaya/

Pablo de la Iglesia

Leche de Avena, un gran alimento para deportistas




 El agua o leche de avena es ideal para deportistas y personas sometidas a gran esfuerzo físico o intelectual; también es útil en programas de adelgazamiento o como reemplazo de la leche de vaca.

Hay otras variantes de preparación y con ella se pueden preparar licuados, chocolatadas, postres, yogures, etc.

Ingredientes:

* cuatro cucharadas soperas de copos de avena
* cuatro tazas de agua mineral

Preparación:

Remojar los copos de avena en un poco de agua durante toda una noche. Agregar toda el agua y licuarla hasta ver que esté bien homogénea.

Colar y servir.

Según nuestro gusto, podemos añadirle más o menos agua.

***
Nota: si somos sensibles, alérgicos o intolerantes al gluten, optar por presentaciones libres de esta proteína. 

Pablo de la Iglesia

¿Quieres BAJAR DE PESO? ¡Controla el ESTRÉS!


Cuando nos estresamos, el cerebro produce cortisol. El cortisol es una hormona que nos dice que almacenemos grasa. Por lo tanto, para perder peso o para evitar ganarlo, debemos diseñar estrategias para controlar el estrés y los niveles de cortisol que este provoca.

El estrés favorece que la producción del cortisol, que, entre otras cosas, genera señales que inducen al cuerpo a que aumente la ingesta. ¡Ojo!, el cortisol es esencial para nuestra salud ya que es un potente antiinflamatorio, regula la inmunidad, la glucosa, la insulina y el potasio, el problema es cuando sus niveles se elevan demasiado y durante mucho tiempo, lo que aumenta el apetito y favorece la fijación de grasa en especial en torno a su abdomen.

En pequeñas cantidades, el cortisol es necesario para regular el metabolismo de los carbohidratos, la función cardiovascular y la inflamación. De hecho, nos ayuda a aumentar el azúcar en la sangre y la presión sanguínea cuando lo necesitamos. La cantidad precisa de cortisol es deseable, una cantidad demasiado elevada por demasiado tiempo puede ser algo dañino y llevarnos directamente a padecer apetito excesivo, la diabetes, el aumento de peso e incluso la depresión.

Esto ocurre porque nuestro cuerpo vive el estrés como una amenaza y durante la respuesta de lucha o huida, el cortisol metaboliza grasas y carbohidratos para proporcionarle la energía necesaria para enfrentarla; en la prehistoria este mecanismo era indispensable para salvar la vida de una amenaza real, pero en la actualidad este mecanismo se dispara ante situaciones físicamente inofensivas como las imágenes de un noticiero o una película, un problema con nuestro jefe o una discusión con nuestra pareja. Además, observemos que el estrés de nuestros antepasados eran de corta duración (agudos), mientras que los nuestros son de larga duración (crónicos). Esta es la razón por la cual después de un episodio de estrés nos da hambre para reemplazar las calorías que se han perdido… pero en la mayoría de los casos de quienes vivimos estos tiempos de estrés “virtual” realmente no hemos gastado energía.

También debemos señalar que hoy día consumimos muchos alimentos que crean un escenario orgánico de estrés que favorece la liberación de esta hormona, un punto más a favor de una dieta saludable; algunos de los alimentos cuyo consumo se debe controlar, de acuerdo con un estudio de la Yale University School of Medicine, (Estados Unidos), son la cafeína, grasas saturadas, carbohidratos refinados, sal en exceso, alcohol, azúcares refinados, bebidas energéticas, entre otros.

¡Pero también hay alimentos que reducen el estrés! Los alimentos ricos en fenilalanina, un aminoácido precursor de la dopamina, ofrecen sensación de bienestar y reducen el deseo por los alimentos estresantes antes mencionados; entre ellos citamos huevos, arroz integral, brócoli, calabaza, berros y alcachofa. Luego, los alimentos ricos en triptófano que precursa la serotonina, brindan placer y alivian el estrés; entre ellos arroz integral, oleaginosas, carne o huevos. También la B5 estimula la producción de serotonina; entre los alimentos saludables que la aportan mencionamos damasco, almendra, salmón, germen de trigo, harina de avena.

Las investigaciones demuestran que también aumenta los niveles de cortisol cuando se duerme poco y mal o hacemos "dietas” restrictivas en calorías.
 Tengamos presente que el cortisol elevado también produce resistencia a la insulina predisponiéndonos a la diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, profundizando un círculo vicioso que en muchas personas es crónico y lleva directamente a padecer las enfermedades que más muertes ocasionan en todo el planeta.

Pablo de la Iglesia