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ACEPTACIÓN, un camino espiritual a la salud integral

Estamos acostumbrados a luchar contra el mundo; de hecho es algo que traemos marcado a fuego por miles de años en que hemos aprendido a hacer grandes esfuerzos para tener el “control” de nuestra vida, del futuro, de nuestras relaciones; debemos comprender que un paso necesario para amanecer a nuestra naturaleza divina, es reconocer en nosotros que la verdadera condición de la humanidad hasta hoy es la LUCHA. En el VER encontraremos la trascendencia a este status quo de la mente y seremos abrazados por un estado de paz y comunión.

La aceptación es algo muy propio de la cultura oriental y tal vez sea la razón por la cuál, en India por ejemplo, uno camina entre gente muy pobre y sin embargo puede disfrutar de una atmósfera de alegría y celebración; en las opulentas ciudades occidentales, uno lo puede hacer en los ambientes materialmente más prósperos y sin embargo respirar cansancio, frustración y una sensación generalizada de correr desaforadamente hacia la meta y estar cada vez más lejos de nuestra autorrealización. Recuerdo un mendigo en la India, y con el cual establecimos una bonita amistad, que siempre estaba feliz “a pesar” que él, su mujer y su hijito dormían en la calle; de hecho era hermoso pasar cerca de ellos por las noches y ver una familia unida en amor durmiendo en la vereda; siempre tengo muy presente la alegría y gratitud que experimentó esta gente cuando simplemente les regalé una copia de una foto que nos sacamos juntos. La felicidad es una acontecimiento que no requiere ningún motivo; es un estado interno que puedes aprender de un mendigo en la India y tal vez jamás te lo pueda transmitir el más prestigioso académico de Harvard.

Practicar la aceptación no es sinónimo de estar de acuerdo o que nos guste todo lo que nos acontece, sino simplemente verlo como algo que es y dejar de lado pensamientos inmovilizantes como “¿y si no me hubiera sucedido a mí?”; la aceptación implica dejar de luchar con la vida, con lo que nos sucedió de pequeños, con nuestros padres, etc. Aceptación implica utilizar la energía para hacer de nuestra vida lo mejor que podamos para nosotros y la humanidad, en lugar de gastarla resistiendo lo que nos pasa.

Aceptación no es lo mismo que tolerancia; “la tolerancia es un rechazo diferido”. Aceptación es comprender que "Todo tiene una razón". Esto no es simplemente una filosofía bonita, en la práctica ha demostrado ser una cualidad emocional que hace una diferencia biológica en relación a la salud; por ejemplo, los animales que han recibido un shock para avisarles que viene otro más potente, tienen menos posibilidades de desarrollar cáncer y úlceras que aquellos que lo recibían sin previo aviso y motivo.

Aceptar no es lo mismo que asumir; desde hace más de dos décadas, en las que la vida me ha enseñado a convivir con una compañera difícil como la esclerosis múltiple, he ido aprendiendo y descubriendo el significado de esta afirmación. Aceptación no implica quedarse sentado contemplando inmóviles y desprovistos de iniciativa aquello que nos sucede; puedo tomar iniciativas como hacer ejercicio, cuidarme en las comidas, estar en la naturaleza, todo con objeto de mejorar mi salud. Acepto que la esclerosis múltiple “ha ganado algunas batallas” y puede ganar otras, pero no es necesario asumir mi discapacidad de hoy como algo definitivo si en mi corazón hay iniciativas que buscan un cambio y una transformación. La aceptación activa, nos permite tomar las riendas de nuestro destino sin perder el tiempo compadeciéndonos; asumir resignadamente es haber perdido de antemano el juego de la vida. Una frase con que doy inicio a mi libro,“Recuperar la Salud”, describe lo que considero el punto de equilibrio en este aspecto: “Solo la lucha le da sentido a la vida; el triunfo o la derrota está en manos de los dioses. Celebremos la lucha.” Naturalmente, este canto de guerra suahil refiere a la lucha como un fin en sí mismo y no a la forma de lucha que vivimos hoy día, siempre tratando de ser algo más, alimentando eternamente al ego.

La ciencia ha demostrado que aquellos que analizan la causa de su enfermedad y el mensaje que esta les trae, pueden ver la relación entre sus hábitos y actitud ante la vida con respecto a su salud; esta es una forma de actuar que nos permite hacer cambios positivos y tener una percepción esperanzada y optimista. Aquí el éxito no semide en términos de supervivencia, sino en calidad de vida; la aceptación activa no implica que las personas “tratan de no morirse, sino que tratan devivir hasta que se mueran”. Si uno lo piensa, no importa el grado de salud o enfermedad, la falta de aceptación a lo que es implica que millones de personas están muertas en vida, aún gozando unos niveles óptimos de vitalidad.

Pablo de la Iglesia

Las enfermedades que nos están matando y su prevención


¿Cuales son las enfermedades que más vidas se cobran en la actualidad?

* Diabetes
* Enfermedades cardiovasculares e hipertensión
* Cáncer
* Obesidad

Y también es necesario agregar que la mala praxis médica también es un factor de riesgo muy elevado asociado a la enfermedad y la muerte; naturalmente, en una sociedad medicalizada en exceso, este índice se reduciría significativamente si las cuatro causas señaladas se pudieran prevenir y el médico tuviera más tiempo para educar en salud, la cual es la función genuina de esta profesión.

¿Y cual es la principal causa por la que las padecemos en tan gran medida?

Uno podría pensar que es una desgracia que nos llovió del cielo, o culpar a la genética ahora que tanto se habla de ella o simplemente que las cosas siempre han sido así y no queda otra que echar mano a un medicamento para curarnos.

Pero la realidad, absolutamente incuestionable miremos por donde miremos el asunto, que el principal factor de riesgo en todos los casos es lo que comemos y la forma en que producimos los alimentos.

¿Y cual sería la mejor estrategia conocida para revertir esta situación y mejorar la salud de la humanidad?

Aquí tampoco hay dudas, sin embargo no se enfatiza en ello cuando asistimos a la consulta del médico; la manera más efectiva de revertir este patrón epidemiológico es cambiar nuestro estilo de vida empezando por los alimentos.

La mejor estrategia es eliminar, o al menos reducir todo lo posible, los alimentos industrializados que se presentan refinados y llenos de aditivos conservantes, colorantes y saborizantes, por frutas y verduras frescas, semillas vivas, cereales integrales, legumbres, algas...

Y si aún consumimos alimentos de origen animal, preferir el pescado de mar -evitar los de piscifactorías- y algún huevo verdaderamente campero, la carne roja y el pollo -nunca de feedlots o gallineros industriales- con la mayor moderación.

A ello le sumamos una buena hidratación, actividad física, control de estrés... Y realmente no hay ninguna estrategia sanitaria que pueda contribuir tanto a prevenir las enfermedades que nos están matando y brindarnos calidad de vida.

Pablo de la Iglesia