Mostrando entradas con la etiqueta bicarbonato de sodio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bicarbonato de sodio. Mostrar todas las entradas

¿Qué tienen en común las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades autoinmunes y el cáncer?


No se trata de combatir enfermedades, se trata de crear condiciones para el bienestar. Y, para que nuestros tejidos sean saludables, se deben crear condiciones diametralmente opuestas a las que hoy produce nuestro tóxico estilo de vida.

Debes tener en cuenta que para que las células y los tejidos de tu cuerpo sean saludables, su pH debe ser alcalino; también que las células saludables se deterioran, enferman y mueren en un ambiente ácido. Y, especialmente, que las células cancerosas se reproducen en un ambiente ácido pobre en oxígeno y mueren en uno alcalino bien oxigenado. Déjame decirte algo aunque tu oncólogo se desgarre las vestiduras: no hay un solo tratamiento médico farmacéutico tan eficaz y esencial como una estrategia de alcalinización de nuestro cuerpo; luego haz lo que tengas que hacer, pero si tú o algún ser querido padecen cáncer, o desean prevenirlo, este es un punto que no debe faltar. ¡Condición indispensable para el éxito de la estrategia!

Un reconocido investigador sobre el tema, el Dr. Robert O Young, afirma:

Nuestro organismo fabrica y utiliza bicarbonato de sodio como un sistema natural para mantener el diseño alcalino para prevenir la degeneración del tejido.

La hiperalcalinización de los tejidos corporales con bicarbonato de sodio es la manera mas segura, eficaz y natural para frenar cualquier condición cancerosa, muchas enfermedades y procesos inflamatorios.

Otro médico que ha sido perseguido por revelar masivamente esta verdad al mundo es Tullio Simmoncini, un oncólogo italiano con vasta experiencia en el tratamiento del cáncer utilizando bicarbonato de sodio; afirma:

El bicabornato de sodio es un remedio seguro, extremadamente barato e innegablemente efectivo cuando se trata de tejidos cancerosos.

Aunque hay varios protocolos para administrar bicarbonato de sodio, algunos requieren participación de un médico y/o enfermero profesional, una forma sencilla de beneficiarse, y absolutamente todos los enfermos de cáncer pueden hacerlo, es ingerir a lo largo del día un litro de agua al que se le haya adicionado una cucharada sopera de bicarbonato de sodio.

También, en casos de cáncer de pulmón, neumonía, asma o sinusitis, podemos hacer nebulizaciones de agua con dos gotas de bicarbonato de sodio líquido al menos tres veces al día.

Podemos combatir la acumulación de bacterias nocivas en nuestra boca haciendo buches con agua y bicarbonato; se utiliza una cucharada de las de café por taza. Adicionalmente, y para mejorar la eficacia, podemos alternarlos con buches de agua con sal marina.

Realmente conozco del uso del bicarbonato de sodio para el tratamiento del cáncer desde hace apenas unos años y puedo decir con sinceridad que este simple elemento presente en nuestra cocina o en el botiquín familiar es uno de los recursos terapéuticos más potentes que he conocido en más de veinte años como investigador en el campo de la salud. ¡Hay quien le ha llamado la Kriptonita contra el cáncer! Y seguramente es así...

Hay médicos y terapeutas que cuando descubren algo tan potente como el bicarbonato de sodio tienden a utilizarlo como único recurso terapéutico; no nos vemos tentados a decir que es infalible en todos los casos y siempre te alentaremos a buscar sinergias con otras sustancias naturales, amen de cambiar profundamente hacia un estilo de vida aliado del bienestar. ¡Pero no te prives de esta maravilla natural!

Aún si decides, por la presión social a la que nos vemos sometidos, utilizar la completamente inútil y tóxica quimioterapia, igual puedes recurrir al bicarbonato de sodio para aliviar los efectos negativos de esta escoria inmunda; de hecho, en muchas clínicas te darán antes y/o después de someterte a esta tortura un vaso de agua con bicarbonato, incluso los pícaros de Big Pharma lo agregan en algunas fórmulas de sus carísimos venenos.



Pablo de la Iglesia