En un artículo de Silvia Ribeiro en La Jornada (México) con datos de www.etcgroup.org, se señala que los sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala son los que alimentan al 70% de la población mundial:
* 60-70% por parcelas agrícolas pequeñas
* 15-20% por las huertas urbanas
* 5-10% por la pesca
* 10-15% por la caza y la recolección silvestre
Viendo la forma negativa en que está impactando el sistema agroindustrial de producción de alimentos, tanto en la salud, el medio ambiente, el despilfarro energético y la inequidad social, es imperativo que las políticas mundiales promuevan un cambio de rumbo para estimular las pequeñas producciones orgánicas con mano de obra intensiva, en lugar de lo que ocurre actualmente donde los esfuerzos de los gobiernos están generalmente predispuestos a favorecer las producciones extensivas con alto uso de grandes maquinarias y agrotóxicos.
Es importante reflexionar sobre el hecho que el sistema agroindustrial solo aporta alimentos (de mala calidad) al 30% de la población mundial y excluye a mucha gente que vivió tradicionalmente en el campo que terminan hacinándose entre los pobres e indigentes de las grandes ciudades; mientras tanto, el 70% restante todavía sobrevive mediante producciones tradicionales.
Sin embargo, el impacto que la producción agroindustrial tiene en el medio ambiente con el elevado gasto energético, la contaminación, el calentamiento global, el agotamiento de los suelos y el agua, nos afectan negativamente a todos.
No hay dudas que la forma en que producimos alimentos y energía es una ecuación que debe ser urgentemente revisada si deseamos medrar en un ambiente sano, con alimentos que nutran y con equidad social.
Pablo de la Iglesia
