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En busca de la eficiencia inmunológica

A pesar de nuestra convivencia crónica con los virus, las bacterias, los hongos y una gran cantidad de sustancias nocivas para nuestra salud como los tóxicos químicos, las drogas farmacéuticas, los aditivos alimentarios, la polución ambiental, entre otros, la mayor parte del tiempo estos agentes potencialmente peligrosos no nos provocan enfermedad alguna; esto se debe a que el sistema inmunitario es un eficiente guardián de nuestro organismo aún cuando las condiciones de vida actuales distan de ser las idóneas para su óptimo funcionamiento.

Cuando el sistema inmunitario falla y permite el alojamiento y reproducción de microorganismos en nuestro cuerpo, se genera la enfermedad; por suerte esto sucede muy pocas veces, menos del 1%, lo cual es una demostración suficiente para admirar la eficiencia del organismo, con más razón cuando la mayoría de las personas no tienen un programa alimentario ni un estilo de vida que estimule las defensas; con frecuencia me pregunto que pasaría con la especie humana si no estuviéramos sometidos a la influencia de tantos tóxicos en el medio ambiente y en la alimentación, no cargáramos con una pesada mochila de estrés como subproducto de nuestro insalubre estilo de vida o tuviéramos un generalizado conocimiento acerca de cómo pueden ayudarnos los remedios caseros y los complementos nutricionales basados en hierbas, vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas, etc.

Con respecto a este último punto suelo meditar acerca de la admiración que sentimos cuando profundizamos en el conocimiento de una sustancia natural y vemos todas sus posibilidades. La mayoría de las personas cuando, por ejemplo, empiezo a enumerarles las propiedades del ajo, se entusiasman tanto que incorporan su consumo durante una temporada, mientras siguen con su estilo de vida normal; este simple cambio suele dar excelentes resultados. Ahora bien, ¿qué pasaría si el ajo, la cebolla, el limón, el astrágalo, la equinácea, la plata coloidal o la vitamina C, por citar unos ejemplos, en lugar de ser usados esporádicamente pasaran a formar parte de un estilo de vida racional y consistente en un mejoramiento gradual de nuestra salud?

La respuesta queda abierta pero no tengo dudas que estaríamos al menos muy cerca de la utopía de un mundo sin enfermedades; tal vez no deseemos asumir el desafío, tal vez nos resulte doloroso enfrentarnos a nuestra condición, pero la realidad es que sabemos que es lo que nos hace daño y que nos facilita un estilo de vida saludable en lo personal y en lo social; que algún día podamos llevarlo a la práctica individual y colectivamente es algo que tal vez dependa más de dejar de vernos como individuos aislados y no tanto en seguir acumulando conocimientos que somos incapaces de llevar a la práctica por nuestra limitada visión egoísta.

Sabemos que si logramos tener nuestro sistema inmunológico funcionando adecuadamente su eficiencia se multiplica y la posibilidad de padecer enfermedades infecciosas, alergias, cáncer o SIDA será mucho menor; y en caso de enfermarnos, el potencial para recuperarnos rápido y bien será mucho mayor.

Por el contrario, cuando nuestras defensas no están fortalecidas, las enfermedades se instalan fácilmente y la recuperación es lenta; como ejemplo podemos mencionar aquellas personas que viven de infección respiratoria en infección respiratoria, cuando estas no se vuelven crónicas, como el caso de un simple resfriado común que puede durar una larga temporada a pesar de los mejores consejos médicos.

La inmunodebilidad es una condición generalizada en nuestra sociedad debido a la mala alimentación (muchos azúcares, grasas malas, alimentos refinados y vacíos de nutrientes esenciales), el estrés crónico o las adicciones a las drogas, el alcohol, el tabaco o los medicamentos. Podemos apreciar que los esfuerzos gubernamentales son muchos en cuanto a campañas de vacunación o educativas promoviendo un determinado saber supuestamente beneficioso para la todos, sin embargo, en pleno siglo XXI, y con toda nuestra tecnología y conocimientos, enfermedades como el cólera, la neumonía atípica (SARS), la gripe o la hepatitis nos afectan con epidemias cíclicas. Evidentemente la orientación de estos esfuerzos debe ser corregida y mejorada si deseamos un panorama más alentador en esta época donde abundan los conocimientos y la información en materia de salud y escasean los buenos resultados.

Un saber sencillo que debemos abrazar es que nuestro sistema inmunitario está formado por células y todas ellas forman un ejército encargado de combatir, desactivar y eliminar a todos los invasores que puedan dañar nuestro cuerpo; para que este ejército funcione eficientemente debe contar con buenos recursos y la mejor forma de equiparlo es una adecuada alimentación y un uso inteligente de los elementos que la naturaleza nos entrega.

Debemos estar conscientes que nuestra calidad de vida depende en gran medida de nuestra salud y esta de nuestras defensas; si nosotros nos ocupamos de estimular adecuadamente nuestra inmunidad y vivir de acuerdo a una higiene naturista, nuestro cuerpo se encargará de protegernos de todo tipo de enfermedades infecciosas (gripe, tuberculosis, cólera, Sida...), autoinmunes (artritis, esclerosis múltiple, lupus, esclerodermia, soriasis), degenerativas (cáncer) o condiciones alérgicas.

Naturalmente no podemos controlar ciertas circunstancias y prevenir absolutamente todas las enfermedades, pero es importante que comprendamos que todas esas condiciones que padecemos, especialmente a medida que pasan los años, son en su mayoría producto de nuestra desatención de las necesidades del cuerpo a lo largo de nuestra vida; está en nosotros, con una actitud adecuada, crear salud y fomentar un presente y un futuro relativamente libre de padecimientos degenerativos.

La alimentación, las hierbas medicinales, la nutrición ortomolecular y una serie de prácticas vinculadas al estilo de vida, son nuestros mejores aliados para lograr excelentes resultados en un tema tan vital como es la salud; con los avances realizados en estos campos durante las últimas décadas y el interés de la gente por estos temas, tenemos grandes posibilidades al alcance de la mano para mejorar nuestro bienestar.

Gracias a los libros, las revistas y los programas de radio y televisión, junto con el enorme aporte de Internet, que expresan la afinidad del público por la prevención con métodos naturales y terapias alternativas, miles de personas se han venido manteniendo jóvenes, sanos y felices durante los últimos treinta años; lamentablemente, por desconocimiento o prejuicio, gran parte de la población aún es ajena a los beneficios de estos recursos y queda mucho camino por recorrer.

Pablo de la Iglesia

Fuente: "Estimula Tu Inmunidad Natural" (Ediciones Kepler)