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El Principio Nº1 para activar la energía en nuestro cuerpo


Para gozar de buena salud, necesitamos energía. Para recuperarnos de una enfermedad, necesitamos energía. La buscamos en los alimentos, las vitaminas, las hierbas medicinales... y verdaderamente son recursos que pueden hacer un aporte importante, pero el eslabón fundacional de un organismo pletórico de energía es...

... el aire que respiramos.

Se trata de una sustancia invisible y sin olor omnipresente en la atmósfera. ¿Sin olor? Es un concepto relativo que se ajusta a una cómoda descripción científica. El aire, es una fuente nutricional básica, nos aporta energía, aromas terapéuticos, iones, prana...

Cuando llueve y las primeras gotas golpean con fuerza la tierra seca... ¡Ese olor a tierra mojada! Es el prana que se multiplica. Son los iones negativos que produce el choque del agua contra la tierra y enriquecen el aire que respiramos llenándonos de vida y bienestar.

Y si tenemos la suerte de estar en un bosque o un hermoso jardín, la naturaleza se manifiesta esplendorosa, el aire puro, si, pero sobre todo nutritivo, pleno de vitalidad que se difunde a nuestras células.

Podemos hablar de oxígeno, nitrógeno o vapor de agua como fríos eslabones de lo que la ciencia llama “aire”. ¡Pero el aire es mucho más y avanzar en sus secretos nos permite enriquecerla en nuestro entorno y aprovechar todas las posibilidades que nos brinda para llenarnos de energía y bienestar!

El aire viene coloreado según las circunstancias donde fluye. En una gran ciudad o en las zonas industriales, donde con frecuencia la consciencia de la importancia de producir cuidando el medio ambiente no se ha expresado plenamente, puede venir contaminado con exceso de dióxido de carbono, metales pesados y iones positivos que le quitan toda su vitalidad. En cambio, en una montaña boscosa, donde fluye un río caudaloso y la vida se expresa con vigor, el aire vendrá pletórico de iones negativos y aromas naturales que brindarán un remanso de bienestar a nuestra vida.

En Oriente a estos componentes les llamaban Prana o Ki, en definitiva, energía. En sus tradiciones médicas ellos cuidaron mucho este aspecto y siempre se propusieron buscar la forma de potenciar nuestra exposición a la energía y promover su flujo libre y abundante por nuestro cuerpo.

En principio, en las grandes ciudades, podemos enriquecer el aire que respiramos con una suerte de mix entre los recursos naturales y los tecnológicos. Los recursos naturales a nuestro alcance son las plantas y las fuentes de agua; también podemos recurrir a los aceites esenciales de buena calidad. Entre los recursos artificiales, podemos adquirir ozonizadores, ionizadores o humificadores que serán utilizados según las necesidades de compensación que nuestro entorno requiera.

De esta manera podemos recuperar, al menos parcialmente, el estado natural primigenio en el cual el hombre vivía en armonía con la naturaleza. Esta acción ecológica puede realizarse en nuestro entorno, pero de manera consciente, también es necesario que emprendamos estrategias de ecología social orientadas a restaurar las condiciones en las que la humanidad puede desenvolverse con plenitud.

Pablo de la Iglesia