¡Viva las LEGUMBRES!

La buena alimentación es una ecuación y con frecuencia podemos cambiar el orden de los factores y seguir obteniendo como producto una buena salud. Por eso hay muchas dietas, filosofías y enfoques naturista que funcionan: vegetarianismo, macrobiótica, higienismo, paleolítica...
Lo importante es ir estudiando y -sobre todo- experimentando para descubrir de primera mano que aspectos iluminan de manera especial cada uno de los enfoques. ¿Comprendes?

Incluso, ningún alimento o categoría de alimentos es esencial si al final el resultado es el equilibrio nutricional. Pero en este caso, cuando eliminamos algún grupo de alimentos, se requiere mayor cuidado, conocimiento y experiencia. ¿Vale?

Ahora si: ¡Viva las legumbres! :-) Te ayudarán mucho a que tus ecuaciones nutricionales se aproximen a lo óptimo.

Las legumbres son uno de los grupos alimentarios que a veces son olvidados y nos perdemos muchos de sus beneficios. Ante todo, decir que su consumo brinda sensación de saciedad y su concentración nutritiva con un aporte bajo de calorías, bien podría ser un comodín en todo tipo de dietas saludables y terapéuticas.
¡Guisos! Es lo primero que se nos viene a la cabeza, pero realmente son un ingrediente todo terreno para sopas, caldos, leches vegetales, rellenos, hamburguesas, ensaladas… ¡Hay un montón de nuevos sabores por explorar! Ni hablar que combinadas con vegetales y cereales integrales también pueden contribuir en aquellos estilos de vida que están buscando reducir o evitar el consumo de alimentos de origen animal evitando sus perjuicios y sin renunciar a sus beneficios. ¡Así es la cosa y en invierno se nos antojan! Más no olvidemos que las legumbres son una elección de primera durante todo el año.

Entre los alimentos de origen vegetal, junto con los frutos secos, son los más altos en valor proteico; destacan también los carbohidratos bien equilibrados con fibra para que ingresen lentamente a la sangre, vitaminas y minerales; sabemos que algunas de las enfermedades que más muertes están ocasionando en el mundo -diabetes, obesidad, trastornos cardiovasculares- se pueden prevenir y aliviar con una buena alimentación y las legumbres son un auténtico caballito de batalla en esta buena misión.

Un secreto para la cocción de las legumbres y neutralizar el efecto de los fitatos y las lectinas que provocan que nos caigan algo indigestas e interfieran en la asimilación de algunos minerales es dejarlas en remojo durante unas ocho a doce horas y luego cocinarlas bien con algún pedacito de alga kombu, ya que ayuda a ablandar su piel y mejorar su digestibilidad.

LENTEJAS: sus oligoelementos hacen la diferencia


De origen asiático desde donde se extendieron por el mundo, disponemos de varios tipos entre las que destacan la rubia castellana que es de color verde claro y más grande que la mayoría de sus homólogas, la más común es la pardina, con un tamaño más pequeño y color marrón oscuro, entre otras.

Cien gramos de lentejas se distinguen por aportar 148 mcg de molibdeno, lo cual es aproximadamente el doble de la cantidad diaria que se sugiere habitualmente. 
Este oligoelemento -llamamos así a los minerales presentes en mínimas proporciones- es fundamental para el metabolismo del hierro fortaleciendo la función de una enzima esencial para le mismo, la xantina-oxidasa; también participa en otros sistemas enzimáticos asociados al metabolismo del alcohol, las drogas, sustancias tóxicas y exceso de cobre. El déficit de molibdeno también está asociado a problemas en el funcionamiento sexual masculino.

La misma cantidad de la legumbre aportan casi la mitad del hierro y el manganeso que nuestro cuerpo necesita diariamente. 


Puesto que los beneficios del hierro son más o menos conocidos, detengámonos en el manganeso. Este oligoelemento es esencial para los recién nacidos contribuyendo al crecimiento y adecuada formación de huesos, tejidos, así como la coagulación de la sangre, las funciones de la insulina, la regulación y síntesis del colesterol o la activación de varias enzimas; su carencia puede manifestarse con faneras debilitadas -lento crecimiento de las uñas, y cabello, despigmentación de este último-, malformación ósea o trastornos de la glucosa en la sangre.

 Por estas y muchas propiedades más, ¡no dejes de incorporar lentejas a tu vida!

Aliada de una buena visión

A la luteína se la conoce como “vitamina carotenoide”, también se la conoce como “vitamina de los ojos”; se trata de un carotenoide que ha manifestado ser un eficaz protector de la vista, especialmente en la prevención de la degeneración macular, las cataratas o la retinitis pigmentosa; antes que su uso se expanda como complemento nutricional, ya se utilizaba como aditivo alimentario.

Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard y publicado en el Journal of American Medical Associattion, las personas que seguían una dieta rica en este nutriente corrían menos riesgo de padecer degeneración macular; esto se debe a que el organismo deposita la luteína en la mácula (la parte central de la retina ocular) y la protege al filtrar las ondas lumínicas perjudiciales.

De acuerdo a MedilinePlus de la Biblioteca Médica de Estados Unidos:

Para disminuir el riesgo de cataratas y la degeneración macular senil (DMS): 6 mg de luteína por día, ya sea en la dieta o usando suplementos. Las personas que consumen entre 6,9 a 11,7 mg de luteína por día tienen un menor riesgo de desarrollar DMS y cataratas.
 Para reducir los síntomas de la DMS: 10 mg por día de suplementos de luteína.


En otros trabajos se sugiere que la luteína puede reducir el riesgo de cáncer de mama y pulmón, colon y próstata; esto se debería -no solo a su efecto antioxidante- a que mejora la comunicación celular y potencia la inmunidad

El organismo no puede producir luteína y es necesario obtenerla a través de los alimentos como las hortalizas de hoja verde como la espinaca o el apio, crucíferas como la col o el brócoli, el aguacate, los calabacines, los porotos, el maíz, el kiwi, los arándanos, el puerro, algunas algas o la yema de huevo.

Tengamos en cuenta que hay 44 mg de luteína por taza de col rizada cocida, 26 mg/taza de espinaca cocida, y 3 mg/taza de brócoli; también es importante destacar que -al igual que el beta-caroteno-, no se deteriora con la cocción de los alimentos, tal como ocurre con otros nutrientes o las enzimas.

Las fórmulas de suplementos la suelen presentar sola o en combinación sinérgica con zeaxantina, arándanos y otros nutrientes que protegen la salud visual; 5 a 10 mg diarios suelen considerarse una dosis suficiente con fines preventivos y consumiendo los alimentos mencionados puede alcanzarse sin mayor dificultad.

Tanto las fuentes alimentarias como los complementos de luteína, mejoran su absorción cuando se consumen con un alimento alto en grasas; los lípidos pueden ser tanto de origen animal (yema de huevo, por ejemplo, que ya aporta una dosis del nutriente) o de origen vegetal (frutos secos, aceite de calidad, pasta de sésamo, etc.)

Si necesitamos complementar, Visual Pro de la firma francesa Anastore es una buena opción de protección integral de la vista;  Eyewise (Lamberts) también es una alternativa valiosa; en Argentina está disponible Nutril Visión (Garden House) que aporta luteína, zinc, vitamina C, entre otros micronutrientes. Por supuesto, estos ejemplos son orientativos para que el lector pueda realizar mejores elecciones en función de los complementos disponibles en su país.

Pablo de la Iglesia

Acido Alfa-lipoico, un gran protector celular


Poderoso antioxidante presente en la carne, las papas y otros alimentos. Se ha verificado que el ácido alfa-lipoico reduce los niveles de azúcar en la sangre entre un 10 y un 30%; estos resultados se deben a que esta sustancia incrementa la capacidad del cuerpo para quemar glucosa y transformarla en energía, al incrementar la eficacia de la insulina. Se recomienda con éxito en el tratamiento del dolor en los centros nerviosos y el entumecimiento resultante de la diabetes.

Una característica llamativa del ácido alfa-lipoico es que tiene propiedades tanto hidrosolubles como liposolubles dándole una versatilidad que no poseen otros antioxidantes; por esta razón, el Dr. Lester Packer, reputado Biólogo Molecular de la Universidad de Berkeley en California, lo ha llamado el “antioxidante universal”.

Entre los alimentos vegetales que lo contienen destacan el brócoli, la espinaca, la col silvestre, las papas y la acelga; las levaduras de cerveza nutricionales también suelen ser una buena fuente de este nutriente. Entre los deportistas que no son vegetarianos, es popular el consumo de riñón o hígado, los cuales son ricos en ácido alfalipoico; en cualquier caso, mi propuesta apunta a vegetarianizar la dieta y, aunque no seamos completamente vegetarianos, los alimentos de origen animal deben consumirse en forma mucho más moderada que lo que se hace habitualmente de tal forma que nos brinden algunos de sus beneficios sin los perjuicios de su exceso. La dosis recomendada para complementos nutricionales es de 100 a 200 miligramos diarios y no tiene contraindicaciones.

Sugerencias para adquirir complementos de Ácido Alfa-lipoico Anastore 👉 aquí

Pablo de la Iglesia

El gran protector del CORAZÓN


Los estudios más determinantes se han llevado a cabo en el campo de la cardiología, siendo un dato de mayor interés la verificación que en la sangre de los cardiópatas hay 25% menos CoQ10 en comparación con personas saludables; los pacientes aquejados de angina de pecho e hipertensión arterial han manifestado una notable mejoría con respecto a los grupos de control y se les ha permitido reducir o suprimir otras drogas. También ayuda a disminuir el riesgo de padecer complicaciones adicionales en personas que ya han tenido un ataque cardíaco, una cirugía bypass u otras complicaciones vasculares.

Razones más que suficientes que justifican que esté siendo utilizada en muchos países para tratar de enfermedades cardiovasculares en general; en Japón y en varios países de Europa está aprobada para el tratamiento de insuficiencia cardiaca congestiva; en Israel los hospitales también la administran a pacientes con insuficiencia cardiaca; en Suecia comprobaron que niveles disminuidos de CoQ10 en la sangre pronosticaban la muerte en pacientes cardiacos.

Las dosis habituales que se recomiendan suelen ir desde los 25 a los 300 mg o más, según la necesidad; la primera cifra responde a una protección apropiada para una persona saludable, aunque lo más corriente suele ir entre los 40 a 100 mg. Idealmente, cada uno debe asesorarse por un profesional especializado.

A modo de referencia les dejo algunos recomendados, más allá de los cuales el lector puede hacer su investigación personal:



* Healthy Origins, CoQ10 (Kaneka Q10), 200 mg, 150 Cápsulas: excelente relación costo-beneficio. ¡Una de mis preferidas! Ver aquí.

* CoQ10 ANASTORE: producto francés disponible para su venta a través de Internet; si bien cada comprimido tiene una dosis media de 40 mg por lo que puede ser necesario tomar dos o más al día, presenta el atractivo del encapsulado vegano. Ver aquí

* CoQ10 Nutrifarma: disponible en Argentina donde las opciones son pocas y generalmente costosas. Ver aquí

* Healthy Heart (Heritage Health Products): disponible en USA, México, Costa Rica, Panamá Guatemala y Rep. Dominicana; la dosis de COQ10 es algo menor pero es un complemento con un blend sinérgico excelente; aquí puede verse la hoja informativa, aquí el contacto en USA y aquí algunas direcciones de contacto para adquirirlo.

Si deseas informarte más acerca del cuidado cardiovascular, seguramente
será de tu interés el artículo "Contaminación y riesgo cardíaco".

Pablo de la Iglesia


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Recaudos para evitar toxinas

Revista MÍA (Argentina) Marzo 2017

¿Donde están

Básicamente la contaminación con sustancias indeseables para nuestro organismo proviene de nuestros hábitos alimenticios que se han alejado de una alimentación integral. El occidental promedio esta ingiriendo excesos de grasa animal (carne, embutidos, manteca, huevos industrializados…), azucares refinados (azúcar, pan blanco, gaseosas…), excitantes (alcohol, café) o sal; todos estos factores condicionantes de nuestra salud, provocan que nuestras arterias se atasquen, sobrepeso, debilidad física e inmunológica, retención de líquidos, etc. Por otra parte solemos consumir pocas frutas, verduras, pescado, azúcares lentos y agua; esta deficiencia nos provoca carencias nutritivas (vitaminas, minerales, fibra, ácidos grasos esenciales...) que nos conducen a situaciones de estreñimiento, deshidratación y malestar general.

Diferentes estudios preconizan que hasta dos de cada tres enfermedades se deben a una alimentación inadecuada, y que si llevamos una alimentación sana desde pequeños, podemos reducirlas en un 65%; esto nos lleva al sinsentido de los grandes esfuerzos realizados en encontrar la causa de todas las enfermedades en los virus, las bacterias o los genes, mientras que, simultáneamente se descuida la investigación científica en el campo de la nutrición, o peor aun, cuando los conocimientos son contundentes son despreciados negligentemente.

La industrialización de los alimentos

Una de las tendencias mas preocupantes en este sentido, es el constante crecimiento en el consumo de platos preparados; los alimentos industrializados y listos para consumir, incluyen los congelados y refrigerados, los cocinados y esterilizados, y los deshidratados.

Todas estas forman de preparación de los alimentos implican metodologías de cocción y conservación que, por un lado, deterioran el valor nutricional de los mismos, y por el otro, le agregan toxinas, necesarias -a veces- para su conservación en la cadena comercial, pero nocivas para nuestra salud.

Los abusos de ciertos preparados pseudoalimenticios agravan esta situación. Por ejemplo, un estudio publicado en el numero de Marzo del 2002 en la revista Diabetes Care, ya postulaba que el consumo de carnes procesadas como las salchichas o la charcuteria pueden elevar el riesgo de diabetes tipo II hasta en un 50%; estas conclusiones fueron abordadas luego de hacer un seguimiento durante 12 años a mas de 42.000 personas que inicialmente no padecían la enfermedad ni cáncer o cardiopatías y tenían entre 40 y 75 años. Varios trabajos anteriores y posteriores, confirman la gravedad de este escenario de consecuencias nefastas debido a nuestras opciones.

Estos hábitos, tan difundidos entre los niños, nos auguran una sociedad enferma si no realizamos un cambio en nuestras costumbres alimentarias, comenzando por la conciencia de promover hábitos saludables desde la infancia; y concretamente en este ejemplo, estamos hablando de unos alimentos a los cuales lo diabéticos acceden con frecuencia porque no lo consideran nocivos para su salud, mientras que la desinformación los lleva a evitar otros como las frutas o los cereales integrales que son beneficiosos para este colectivo.

Los alimentos light tambien hace su aporte a la sobrecarga toxemica que tienen que soportar nuestros castigados organismos; además de ser deficientes en términos nutricionales, tampoco suelen ser apropiados para uno de sus fines mas promocionados, como lo es la supuesta ayuda que brindan para bajar de peso.

La Dra. Judith Rossett, miembro de la Asociación Americana del Corazón, asegura que si bien muchos de estos alimentos light son bajos en grasas, en ocasiones tienen más calorías y terminan engordando mas que los alimentos convencionales; otra razón por la cual pueden generar sobrepeso es debido a que la gente piensa que no engordan y comen cantidades mayores.
En los alimentos light suele utilizarse edulcorantes artificiales provocan alteraciones en la glucemia y la mayoría de ellos ha sido asociado con una mayor incidencia de cáncer y enfermedades neurológicas. Con todo, estas nefastas sustancias continúan utilizándose en forma indiscriminada.

La deslealtad comercial

Muchas empresas, a sabiendas que la alimentación sana constituye un negocio cada vez más interesante, promueven sus productos como naturales cuando no lo son.

Por ejemplo, en España, la empresa Danone solía promover una variedad de yogur bajo la denominación BioDanone, induciendo ventas entre las personas que creen que es un alimento biológico cuando en realidad es una argucia comercial aprovechando una ausencia en la legislación.

En EE. UU. la empresa Mc Donald’s solía promover unas papas fritas vegetarianas cuando en realidad estaban utilizando condimentos con extractos de carne; muchos consumidores de aquel país y de la India se sintieron afectados y querellaron exitosamente a la empresa. Seguramente estos episodios se repiten a diario provocando que muchas veces comamos algo que creemos que es adecuado para nuestra salud o nuestro estilo de vida, pero en realidad no lo es; la única alternativa para remediar este problema es la información que nos permita convertirnos en consumidores exigentes.

Los aditivos alimentarios

Con la excusa de que muchos de ellos se muestran inocuos en el laboratorio, hemos comenzado a ingerir involuntariamente una cantidad de sustancias con las cuales ya hemos comenzado a familiarizarnos: colorantes, aromatizantes, edulcorantes, estabilizantes, emulsionantes, gelificantes, espesantes, conservantes, acidulantes, neutralizantes, gasificantes...

Estas sustancias, detrás de la letra pequeña, son los aditivos alimentarios; si bien es perfectamente posible preparar y conservar los alimentos evitando los aditivos químicos, se sigue insistiendo en ello sin otro motivo aparente que no sea el lucro a cualquier precio; un cambio en la filosofía de producción implicaría "introducir conservantes naturales, reducir el tiempo de almacenamiento, usar envases mas pequeños, disminuir el maquinismo y la superindustrialización en la elaboración de los alimentos y volver a la Naturaleza".

Los aditivos no tienen propiedades alimentarias y tan solo se utilizan para modificar sabores, olores o texturas, y por supuesto, para evitar el deterioro de alimentos que normalmente ya están muertos hace rato.

A pesar de que los expertos han determinado una Cantidad Diaria Admitida (IDA) para cada aditivo, es muy difícil saber que cantidades estamos consumiendo y, por otra parte, se desconocen los efectos sinérgicos de los mismos, puesto que no solo estamos ingiriendo uno de ellos, sino muchos y en diferentes alimentos; también hay que decir que muchos de estos aditivos no se eliminan completamente y se acumulan en el organismo sin que sepamos cuales son sus consecuencias a largo plazo.

Estos aditivos llegan a nosotros a través de los alimentos, los medicamentos, el tabaco, la contaminación ambiental, la cosmética, los tintes químicos...

Reconocemos que el uso de aditivos es muy importante para poder alimentar a las masas de población de las grandes ciudades, pero lo que se cuestiona es el criterio con el cual son utilizados; en este punto la pregunta que debemos hacernos es la siguiente:

¿Estamos dispuestos a pagar más por un alimento elaborado bajo criterios saludables? Si la respuesta es positiva debemos dirigirnos a los comercios especializados y comenzar a consumir alimentos biológicos; puesto que parece que las autoridades sanitarias representan mas a los intereses comerciales que los relativos a la salud de la población, la solución la podrían obtener los consumidores promoviendo el consumo de alimentos sanos y convirtiendo a este sector en un buen negocio.

Por otra parte, las autoridades sanitarias de todo el mundo no se ponen de acuerdo, y un aditivo prohibido en un país puede no estarlo en otros; por ejemplo la OMS considera inaceptable el uso de E-284 (ácido bórico) y sin embargo es permitido en muchos países empleándose en latas de caviar, marisco, conservas, fideos chinos, etc.; en los países nórdicos los colorantes prácticamente están prohibidos, EE UU autoriza alrededor de una decena y España aproximadamente el doble (estos son datos que van variando pero lo dejo para subrayar que los criterios de permisividad no son en absoluto objetivos ni rigurosamente basados en criterios científicos con eje en la salud, sino políticos).

¿Qué hacer?

Realmente es virtualmente imposible evitar tóxicos en los alimentos, pero, si como primera medida, nos focalizamos en frutas, verduras, semillas, cereales integrales y legumbres como eje de nuestra alimentación, ya habremos dado un gran paso. Luego, en la medida que nos sea posible, procuraremos alimentos orgánicos, en especial los que sean de origen animal; por ejemplo, hay una gran diferencia entre un huevo de granja industrial y uno producido por gallinas cuyo estilo de vida se asemeja al natural, y realmente si buscamos, se consiguen aún en las grandes ciudades; no es necesario consumir muchos y hay que focalizar en la calidad.

Las carnes, si buscamos la mejor opción, preferiremos pescado de mar como el atún, el salmón o las sardinas. ¡Y procuraremos que nuestro proveedor nos asegure que son de mar y no de piscifactoría! Si consumimos carnes rojas, que sean pocas; en nuestro país, ya hay cadenas de carnicerías que comercializan carnes de pastoreo y no de feedlot; elegir carne de pastoreo potencia los beneficios de su consumo, reduce los prejuicios y ayudamos a cuidar el medio ambiente.

… por supuesto, beber abundante agua, tomar contacto con la naturaleza frecuentemente y controlar el estrés, ayudará a mantener controladas las toxinas exógenas y las generadas endógenamente.

Pablo de la Iglesia

¡Qué el diagnóstico no te vuelva loco!

... depresión, trastorno de estrés post-traumático, enfermedad por ansiedad generalizada, trastorno bipolar, TDAH, esquizofrenia o cualquiera de las supersticiones devenidas en diagnósticos enumerados en la biblia de la psiquiatría, el DSM. ¡Montones de tonterías que describen cientos de enfermedades y NINGUNA CAUSA 😬

Montones de fármacos adictivos que actúan como chalecos de fuerza químicos, destruyen tu integridad, te matan en vida, provocan suicidios, incrementan los índices de violencia social... ¡ a cambio de nada! O de muy poco, porque hoy estoy con el corazón abierto y derrocho generosidad.


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En salud mental, al día de hoy, se utilizan clasificaciones construidas culturalmente. La proliferación de diagnósticos -detrás de la cual viene la expansión en la utilización de medicamentos que tan feliz hace a la industria farmacéutica- debería hacer que nos preguntáramos qué es lo que hace que el mundo de hoy en día sea tan intolerable para tanta gente. (ver más en http://bit.ly/2jeM1US)


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Hay un momento en que tenemos que dejar ir nuestros apegos como individuos y como sociedad. Y el hecho es, que el 90% del conocimiento -en el caso de la psiquiatría y la oncología probablemente más- de lo que edifica lo que conocemos como ciencia médica es la elucubración intelectuosa de una sociedad que está enferma y no tiene más valor que recomendar una pócima de alas de murciélago (y a favor de las alas de murciélago, que estas no te harán daño). ¡Dejemos ir todas estas tonterías! ¡Salgamos de la zona de comodidad y busquemos seriamente nuestra genuina expresión de amor y libertad!

¡Y ojo! El pequeñísimo porcentaje de intervenciones tecnológicas y farmacológicas útiles, suelen ser maravillosas creaciones de la humanidad; hay que sacarle todos los recursos a la basura de relleno y ponerlos donde se hace una diferencia real. Un científico debe volver a tener el propósito de brindar conocimiento útil al bienestar de la gente y dejar de ser combustible de industrias basadas en códigos mafiosos.

Porque un día, como individuos y como especie, vamos a tener que dejar de hacer lo que siempre hicimos, lo que nos conviene o le interesa a nuestro capricho, para ponerse a HACER ÚNICAMENTE LO CORRECTO.

Pablo de la Iglesia