1. Aceite de oliva virgen: se obtienen por procedimientos que no producen la alteración del aceite por elevadas temperaturas y cuyo único tratamiento es el lavado, la decantación, la centrifugación y el filtrado. Según sus cualidades se define como vírgen o vírgen extra; estas dos opciones, en orden ascendente, son las mejores para el cuidado de la salud.
2. Aceite de oliva refinado: se obtiene a partir de la refinación de aceites de oliva vírgenes.
3. Aceite de oliva: elaborado a partir de una mezcla de aceite de oliva refinado y aceite de oliva virgen.
4. Aceite de orujo de oliva: se elabora con la grasa que queda adherida a los restos de la extracción del aceite de oliva extra y refinado, y con los residuos de huesos y pieles de las aceitunas. Esta es la variante de menor calidad y, al igual que todas las variantes que no respondan a la denominación virgen o virgen extra, ha perdido las nobles propiedades de este alimento maravilloso.
Razones para consumir aceite de oliva
Este elixir del Mediterráneo ha sido muy investigado en las últimas décadas y se ha comprobado que:
* Reduce el nivel de
colesterol.
* Disminuye el
riesgo de sufrir un ataque cardíaco o trombosis arterial.
* Disminuye la
acidez gástrica y protege contra úlceras o gastritis.
* Estimula la
secreción de la bilis por parte de la vesícula biliar.
* Es el mejor
absorbido por el intestino y facilita el buen tránsito intestinal.
* Favorece la
mineralización del hueso.
* Tiene probados
efectos anticancerígenos.
* Ayuda a prevenir
la arteriosclerosis y sus riesgos.
* Aporta un notable
efecto protector y tónico de la piel.
* Fortalece y
protege de la oxidación a las membranas celulares.
Una de las
características del aceite de oliva es que en su composición de
ácidos grasos predominan los monoinsaturados, los cuales tienen unas
propiedades especiales para la salud; su particularidad es que tienen
casi las mismas propiedades que los predominantemente insaturados
pero sin el riesgo de enranciarse prematuramente.
Entre los aceites
monoinsaturados destacamos los de almendra, palta, avellana, coco y
el más usado por excelencia, el de oliva. Estas variedades favorecen
la disminución del colesterol LDL (malo) y mantienen elevado el HDL
(bueno), siendo cardioprotectores por excelencia. Esta es una de las razones
por la cual, a pesar de tener una dieta elevada en grasas, los países
de la esfera mediterránea tienen menor incidencia de afecciones
cardiovasculares.